diciembre 06, 2011

Centram Geothermal Guatemala > Energía? o Minas!


EL CALOR DE ATITLÁN

Por Corleone

El lago Atitlán, junto al hermoso complejo volcánico que lo enmarca, ocupa actualmente el fondo de una caldera natural que se formó hace 81,000 años a causa de una colosal explosión magmática. A pesar del tiempo transcurrido desde entonces, los bordes que lo circundan aún no terminan de acomodarse, consecuencia de ello es la inestabilidad que se observa en todo el terreno, causante de constantes asentamientos de tierra y derrumbes, en especial cuando las lluvias se vuelven copiosas y empapan el suelo.
            Aunado a la belleza que posee su paisaje, que lo convierte en uno de los mayores atractivos turísticos del país, lo cual le valió una nominación para ser incluido entre las siete maravillas naturales del mundo; en sus orillas se asientan más de una decena de poblaciones donde confluyen tres de las milenarias etnias descendientes de la cultura Maya, como son Quichés, Kaqchikeles y Tzutujiles. Pero además, su ubicación montañosa y su clima permiten que sea un valioso ecosistema rico en biodiversidad, tanto en flora como en fauna, y una estación de parada y abastecimiento para gran variedad de aves migratorias. Todo esto condujo a que en el 2008 la OEA declarara a Atitlán como la primera “Zona de oportunidad de las Américas”, designación que traería inversiones con el objetivo de proteger su medio ambiente, incentivar el turismo, fortalecer su riqueza cultural y procurar el desarrollo de sus pobladores, donde más del 70% viven en condiciones de pobreza. Por cierto, hasta la fecha no se ve alguna iniciativa que responda a tal declaración, aunque éste no es el tema que hoy nos ocupa.

             Lo que motiva el presente artículo, es la noticia difundida recientemente en varios medios locales y foráneos, que anuncia la concesión otorgada por el Gobierno de Guatemala a una compañía transnacional para la exploración geotérmica en 483 kms cuadrados situados precisamente allí, es decir, se incluye en tal proyecto todo el lago y su cuenca. El fin que se persigue, a decir de los funcionarios de la compañía canadiense beneficiada con el convenio, es la evaluación del potencial geotérmico de la zona para luego implementar su explotación, ya que este tipo de energía es menos contaminante y más barata que la obtenida de las hidroeléctricas o de la quema de hidrocarburos.

             La empresa en cuestión se llama Centram Geothermal, que aparentemente sólo tiene en su experiencia una intervención previa, en Panamá, y está dirigida, desde su fundación el año pasado, por John H. Paterson y James P. Boyle. Estos personajes tienen un amplio currículum, aunque no en exploración geotérmica sino en la exploración y explotación minera en Latinoamérica, desarrollado a través de más de 20 años y desde diferentes compañías transnacionales. Entre otros proyectos que se atribuyen está la explotación de oro en minas a cielo abierto, que ha ocasionado daños ambientales y conflictos sociales en varios países. Con motivo de la suscripción del acuerdo, Paterson, presidente de la firma, declaró que procederán a una “exploración agresiva” para evaluar el potencial y futuro desarrollo.   


Habría que averiguar el significado de “exploración agresiva”, pero tratándose de la zona donde se llevaría a cabo, no suena tranquilizadora la frase. Según indican, lo que los atrajo de Atitlán es que en el subsuelo se alcanzan temperaturas hasta de 186 grados centígrados. O sea que el magma que dio origen al mega volcán y luego lo hizo explotar sigue allí, no tan lejos. Según los expertos, el estallido ocurrió cuando el magma se puso en contacto con el agua del lago original, que por alguna razón se filtró hasta alcanzarlo.

             En realidad, no es difícil comprender la postura de estas personas, pues su misión es encontrar fuentes de inversión que les multipliquen sus ganancias; sin embargo, no ocurre lo mismo con los funcionarios de gobierno que decidieron otorgar la concesión de manera unilateral, sin tomar en cuenta la opinión de las comunidades que habitan el territorio desde antes que Guatemala existiera como país. Es el mismo procedimiento que se ha utilizado otras veces. Aduciendo que el subsuelo le pertenece al Estado, y que el Gobierno debe decidir por el “bien” de la mayoría, se arrogan atribuciones que sobrepasan las de los cargos que ocupan, y hacen estas cosas a hurtadillas, como si de ocultar algo oscuro se tratara. Independientemente de si la explotación de energía geotérmica es tan favorable e inocua como aseguran, hay varias preguntas que valdría lapena responder: _¿cómo encaja esta decisión con el valor turístico, la biodiversidad, la legislación sobre áreas protegidas, la “Zona de Oportunidad” y la cultura local y sus derechos? ¿Qué clase de presiones o prebendas recibieron los funcionarios involucrados para otorgar la concesión a espaldas de la gente que habita el territorio? ¿Se realizaron exhaustivos estudios de impacto ambiental y se investigaron los antecedentes de la entidad solicitante antes de decidir? ¿Quién administraría las plantas geotérmicas cuando ya estuvieran funcionando? ¿Qué parte de las ganancias por generación o derechos de funcionamiento le quedarían al país, y cuánto de éstas llegaría a las comunidades de la región? ¿Cómo resultaría afectada, o en el mejor de los casos, beneficiada la población local? ¿Qué clase de resarcimiento se asegura obtener se el área se llega a dañar, reversible o irreversiblemente? ¿Hay alguna aseguradora internacional responsable o fianza que respalde el riesgo? ¿Porqué no se hizo una consulta popular comunitaria previamente? Quién sabe.

             Todo territorio y la población que lo habita conforman una unidad inseparable; no se puede perturbar a uno sin afectar al otro. Esta relación está íntimamente ligada a la cultura, la tradición y la cosmovisión de los pueblos indígenas, y es previsible que reaccionen negativamente ante este proyecto, entre otras razones por no haber  sido consultados. Y no vale argumentar que pudieran haber enterado de ello a las autoridades locales, ya que éstas no son la comunidad ni representan, en muchos casos, sus intereses. Claro, habrá problemas, y es de suponer que ya lo sabían quienes participaron en el negocio; pero ellos van de salida, las consecuencias deberán afrontarlas sus sustitutos en el próximo Gobierno y nosotros, los demás guatemaltecos que nada tuvimos que ver en el asunto. ¿Cuál será la postura que al respecto asumirán los dos candidatos que irán a la segunda vuelta electoral? Sería interesante conocerla. Alertas, pues; que Atitlán es algo de lo que los guatemaltecos podemos hablar todavía con orgullo, donde quiera que vayamos.
¡Pasemos la voz!

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